A pesar de las esperanzas suscitadas por el acuerdo de paz de 1998, un informe reciente pone de relieve que la segregación en Irlanda del Norte sigue estando profundamente arraigada. La división entre católicos republicanos y protestantes lealistas se mantiene, creando una discriminación intercomunitaria que aún hoy puede verse en las escuelas. Es una situación que a menudo pasa desapercibida, pero que impregna la vida cotidiana en Irlanda del Norte.
Un informe reciente revela una situación preocupante en Irlanda del Norte. Parece que la segregación intercomunitaria sigue siendo recurrente, a pesar de la atenuación del conflicto desde 1998.
Los «muros de paz» erigidos para separar a las comunidades católica y protestante siguen en pie, sobre todo en Belfast, donde permanecen casi 97 de estas barreras.
Estas estructuras, algunas de más de 7 metros de altura y que se extienden a lo largo de 13 km, siguen dividiendo la ciudad, con puertas que se cierran todas las noches para mantener la separación.
En 2013, el gobierno norirlandés se comprometió a desmantelar los muros para 2023. Sin embargo, sólo se han iniciado unos pocos proyectos, lo que refleja la lentitud del proceso de reconciliación.
La segregación se extiende también al sistema educativo, donde el 90% de los niños católicos y protestantes asisten a escuelas separadas. Aquí, la gente no se mezcla, y cada norirlandés vive en un entorno cerrado, dentro de su propia comunidad.
Las tensiones políticas, exacerbadas por el Brexit y la prolongada ausencia de gobierno local, complican aún más la situación. A pesar de una reducción significativa de la violencia desde el acuerdo de paz, la sociedad norirlandesa sigue profundamente dividida, y el fin de la segregación está aún muy lejos.
