Gladiator II, de Ridley Scott, llega a los cines esta semana. Esta esperada película pretende aprovechar el éxito de la primera opus, en la que Russell Crowe irrumpió literalmente en la pantalla. Esta vez es Paul Mescal, un reputado actor irlandés, quien se propone tomar la antorcha y arrasar con todo lo que encuentre a su paso… ¿El principio de la consagración? Bueno, tal vez.
Las secuelas de películas son siempre un riesgo en sí mismas. Rara vez funcionan, o al menos lo hacen tan bien como la primera. Hay que decir que los peligros están por todas partes. Existe el riesgo de la repetición, de reciclar historias que ya han sido gastadas hasta la saciedad, o peor aún, de ser acusado de apostar por superproducciones financiables a expensas de la historia… Los escollos son muchos, ¡y pocos consiguen evitarlos! Ridley Scott era muy consciente de todo esto… Pero el deseo de volver al Coliseo era demasiado fuerte. Afortunadamente, ¡hizo lo correcto! Parece que el director de 87 años no ha perdido nada de su talento ni de su entusiasmo. 24 años después de la primera Gladiator, el director ha entregado una película excelente, con un guión audaz, efectos especiales impresionantes y ¡un reparto de 5 estrellas! La película está protagonizada por Paul Mescal, un actor irlandés bastante discreto que no tiene igual cuando se trata de brillar en películas y series inesperadas. Entre ellas destacan Normal People y The Replacement. Siempre preciso, implicado y conmovedoramente sincero, el actor se revela sin pasarse nunca de la raya, mostrando una sensibilidad y una precisión desarmantes. Considerado como el outsider que podía dar la sorpresa en el proyecto de Gladiator 2, el actor tuvo mucho trabajo para tomar el relevo de Russell Crowe. Asume el papel de Lucio, ya crecido. El desprevenido hijo de Máximo, se encuentra en la arena, luchando por su vida y enfrentándose a cuestiones políticas que le superan. He aquí la sinopsis:
Años después de presenciar la muerte del venerado héroe Máximo a manos de su tío, Lucio se ve obligado a entrar en el Coliseo cuando su país es conquistado por los tiránicos emperadores que ahora gobiernan Roma con puño de hierro. Con la rabia en el corazón y el futuro del Imperio en juego, Lucio debe recurrir a su pasado para encontrar la fuerza y el honor que le permitan devolver la gloria de Roma a su pueblo.
Al final, Ridley Scott y Paul Mescal han producido un peplum tan eficaz como impresionante. La historia y los efectos especiales se combinan a la perfección para ofrecer una película conmovedora y atractiva en la línea del primer opus, al tiempo que se emancipa de él. Es una proeza que la distingue de otras superproducciones del momento, que tienden a privilegiar el espectáculo sobre el guión. Un ejercicio exitoso, pues, que sin duda debería impulsar al director irlandés Paul Mescal a cotas aún mayores en Hollywood. Una vez más, ¡el talento de los actores irlandeses es innegable!