El puerto de Dunquin(Dún Chaoin en gaélico irlandés) es un pequeño puerto irlandés del condado de Kerry, famoso por su encanto y por las excepcionales vistas que ofrece de la bahía y el océano. Es un punto de partida mágico para llegar a la isla de Great Blasket, ¡y merece la pena desviarse si vas en bicicleta o en coche! Sobre todo, aprovecha las vistas: no hay muchas así, ¡y descubrirás toda la autenticidad de Irlanda y sus paisajes salvajes!
Puerto de Le Dunquin – Dominio público
El puerto de Dunquin dista mucho de ser grande, pero es fácilmente reconocible gracias a su atípico acceso, sinuoso y en pendiente, bordeado de geométricos muros bajos.
Su ubicación da al océano y a la isla de Blasket en la distancia.
La vista es impresionante y hermosa. Por eso el lugar atrae a cientos de viajeros cada verano para empaparse del encanto especial de este pequeño puerto pesquero. (Evita la temporada alta, o ve en horas valle).
Enclavado en los acantilados, el puerto se abre a una magnífica bahía, con aguas azul turquesa y afloramientos rocosos negros… Un espectáculo tan estimulante como excepcional. Si a esto le añadimos las ovejas que deambulan por la carretera, ¡el paisaje es completo!
Es mejor ir allí cuando hace buen tiempo: la vista es más clara y, con un poco de suerte, podrás divisar las islas Blasket mar adentro. El placer supremo: instálate un poco más arriba y disfruta de un picnic con vistas al panorama. La zona es sublime y romántica: ¡perfecta para un cambio de aires irlandés!
No olvides tu cámara: ¡te impedirá fotografiar las playas de los alrededores, los acantilados, los verdes pastos irlandeses y los tonos azules del agua! ¡Es un lugar mágico, digno de las postales más bonitas de Irlanda!
El muelle de Dunquin es magnífico, pero absolutamente imposible de recorrer en coche. Los que se han aventurado por allí han perdido sus vehículos, ¡ante las miradas burlonas de algunos irlandeses!
Así que aparca tranquilamente en el aparcamiento de la taquilla y recorre el resto del camino a pie: te ahorrarás muchas molestias.
Por último, no te acerques demasiado al borde que sobresale del embarcadero. El acantilado no tiene barandillas ni vallas, y el suelo está lleno de hierba grasienta y es bastante irregular… ¡Un resbalón podría ser fatal!
No dudes en colocarte a una distancia prudencial: ¡la vista es sublime!