Todos los años, el 17 de marzo, la isla de Achill, la perla de la costa oeste de Irlanda, se convierte en el epicentro de las festividades del Día de San Patricio. Aquí, los festejos son algo más que un desfile: reflejan una tradición milenaria arraigada en la historia local. Desde 1882, esta celebración única ha dado vida a la isla con el sonido de tambores y gaitas, reuniendo a lugareños y visitantes en una comunión festiva y memorable. Un acontecimiento muy alejado del Temple Bar de Dublín, ¡sin duda merece la pena vivirlo al menos una vez en la vida!
La historia de esta tradición se remonta a finales del siglo XIX, cuando un sacerdote local quiso conmemorar el 1.550 aniversario de la llegada de San Patricio a Irlanda. Invitó a la comunidad de la isla de Achill a celebrar el acontecimiento de una forma nueva.
Inspirados por esta llamada, un grupo de hombres decididos fabricaron un tambor artesanal y organizaron su primera procesión. Así nació una costumbre que, con el paso de las décadas, se ha convertido en un elemento fijo del calendario isleño.
Al amanecer, un toque de tambor resuena por los valles y las montañas, anunciando el comienzo de un día sin igual. Este sonido profundo e inquietante marca el inicio de las festividades, despertando a la isla y reuniendo a sus habitantes en una atmósfera de palpable excitación.
El momento culminante del día es el gran desfile, que comienza frente a la iglesia de Pollagh. Ataviados con coloridos trajes e imbuidos del espíritu de la fiesta, los participantes inician entonces una procesión a través de la isla, siguiendo una ruta tradicional hasta Dookinella.
No se trata de un simple desfile, sino de un espectáculo verdaderamente animado en el que la música desempeña un papel central. Más de 120 músicos, equipados con tambores y gaitas, acompañan la marcha, inundando el aire con los inquietantes sonidos de la música tradicional irlandesa. Cada nota resuena en el paisaje salvaje de la isla de Achill, transportando a los espectadores a otro tiempo, a otro mundo.
Pero esta celebración no es sólo alegría y música. También es un momento para recordar y compartir. Por el camino, la procesión se detiene a menudo ante las casas de los seres queridos que han fallecido, un emotivo homenaje a quienes han forjado la historia de la isla. Estas pausas son momentos de meditación, donde los recuerdos y las emociones se mezclan en un profundo respeto por las generaciones pasadas.
Además del desfile, la isla de Achill está llena de festividades durante todo el día. Los pubs, los corazones palpitantes de la comunidad, se llenan de risas, canciones y animadas conversaciones. Aquí, la gente brinda por los amigos presentes y ausentes, en un ambiente de convivencia y de compartir. Los bailes improvisados, las animadas melodías de los músicos y la calidez de la gente hacen que sea un día inolvidable.
El 17 de marzo, en la isla de Achill, el Día de San Patricio es mucho más que un festival. Es una celebración viva de la identidad irlandesa, una tradición transmitida con orgullo de generación en generación. Tanto si eres residente desde hace tiempo como si vienes de visita, no podrás evitar sentirte conmovido por la energía, la emoción y la belleza de este día intemporal.