Bésame, soy irlandés. Esta expresión popular, conocida internacionalmente, se corea en todas partes el Día de San Patricio. Se ha hecho tan famosa que es casi un eslogan en sí misma. Se puede encontrar en camisetas, gorras y todos los artículos de merchandising que encontrarás en las atracciones turísticas de la isla. Pero, ¿de dónde viene exactamente esta expresión? ¿Qué dice realmente y por qué es tan famosa? Te lo explicamos.
¿De dónde viene la expresión «tener la suerte de un irlandés»? – © Pixzot
Admitámoslo: ¡los tópicos mueren con fuerza en Irlanda! Aunque algunos de ellos son simpáticos, también atraen toda una serie de interpretaciones erróneas, de las que la frase«Bésame que soy irlandés» es un ejemplo perfecto.
Una de las interpretaciones más dudosas es la de la famosa suerte de los irlandeses. En el folclore, siempre se ha tenido la idea de que los irlandeses tienen más suerte que los demás…
Una idea que nació, no en Irlanda, sino en Estados Unidos: durante la Gran Fiebre del Oro, cuando miles de irlandeses abandonaron Irlanda huyendo de la Gran Hambruna, con la esperanza de hacer fortuna en horizontes más favorables.
Allí mismo, muchos irlandeses encontraron oro (aunque representaban una auténtica minoría dentro de la diáspora irlandesa)… provocando los celos de otros investigadores de distintas nacionalidades. Así surgió otra expresión, «La suerte de los irlandeses«, que sugería que los irlandeses tenían más suerte que los demás.
Era una expresión bastante negativa, que reflejaba frustración y celos… como si el éxito de los irlandeses se hubiera debido siempre al azar.
Así que, con el tiempo, la expresión «La suerte del irlandés» se convirtió en un lugar común, casi un tópico. Y por un nexo causal bastante insidioso, la frase«Bésame que soy irlandés» también se ha asociado a esta historia.
Así que, para mucha gente, y dada la supuesta suerte de los irlandeses, besar a un irlandés traería buena suerte… Un análisis bastante bonito, pero que no tiene nada que ver con los verdaderos orígenes de la frase «Bésame que soy irlandés«.
Pero, ¿qué pasa con ella? ¿Cuál es la verdadera historia detrás de esta expresión? Para evitar un suspense insoportable, he aquí la explicación oficial:
Castillo de Blarney – © csbphoto
Olvídate de la fiebre del oro. Los orígenes exactos de Bésame, soy irlandés se remontan mucho más atrás, a la época del castillo de Blarney, en el condado de Cork.
En lo alto de una de sus torres hay una piedra centenaria, materia de leyenda. Conocida como la «Piedra de Blarney», sigue atrayendo hoy en día a miles de visitantes, que acuden para someterse a un ritual cuanto menos extraño.
Según la leyenda, quien bese esta piedra (boca abajo y suspendida en el aire, por favor) será dotado del don de la elocuencia. ¡Una creencia arraigada en un mito del siglo XV!
La piedra de la elocuencia en el castillo de Blarney – Cyril Doussin – cc
La leyenda de la Piedra de Blarney se remonta al siglo XV. Cuenta cómo Cormack Laidir MacCarthy, un señor local, rezó a la diosa Clíodhna (Reina de las Banshees) para encontrar una solución a algunos problemas legales.
La diosa Clíodhna, en su gran misericordia, ofreció a MacCarthy un consejo insólito. Le reveló que el secreto de la elocuencia, arma inestimable en cualquier debate jurídico, podía obtenerse mediante un acto aparentemente sencillo: besar la primera piedra con la que se cruzara de camino al tribunal a la mañana siguiente.
MacCarthy, poniendo su fe en las palabras de Clíodhna, siguió al pie de la letra esta enigmática directiva.
Cuando llegó el fatídico día, MacCarthy besó la primera piedra de su camino, siguiendo el consejo divino. Armado con la nueva elocuencia conferida por el beso místico, acudió a la corte.
Para su propia sorpresa y la de los demás, su alegato fue tan convincente, tan elegantemente redactado, que ganó el caso sin paliativos. Convencido del poder mágico de la piedra, decidió darle un lugar de honor en su castillo, sellándola en lo alto de su torre y ¡convirtiéndola en un símbolo del arte de la persuasión!
Desde entonces, la piedra de Blarney ha atraído a multitudes, habiendo creado la máxima«¡Bésame, soy irlandés! Tan sencillo y lógico, ¿verdad?
Sin embargo, hay que señalar que la leyenda tiene algunas variaciones.